7:30
El aire sostenía un leve olor a tostadas y café. Mi litera estaba dos
metros sobre mí, me dolía extremadamente la espalda. Ayer por la noche debí
caer de ella. Me levanté del suelo y me dirigí hacia la cocina. Allí estaban
todos, vestidos con la poca ropa que teníamos para todos. Yo, vestía con el
mono de trabajo azul de la fábrica. Desayuné con ellos y planteamos lo que
haríamos durante el día que teníamos delante.
7:50
La calle, como siempre estaba desierta. La mayoría de la gente que vivía en
la ciudad se escapó hacia la frontera, o huyó al campo. Solo unos pocos debíamos
quedar dentro de Barcelona. El plan de hoy, era ir a buscar a nuestros amigos y
seres queridos más próximos. Y como no éramos idiotas, decidimos ir en grupos
de dos.
8:40
Después de una caminata sin sobresaltos por los túneles del Metro, Martin y
yo llegamos a la parada de “Verdaguer” subimos por las escaleras y por fin al
exterior. Las calles de esta zona estaban llenas de escombros. Y proseguir
andando era más difícil. Nos pegamos a la pared de los edificios de nuestra
izquierda. Llegamos al número 200 de la calle Sicilia. Allí vivía una de mis
mejores amigas. La puerta estaba abierta, y un rastro de sangre entraba y subía
por la escalera, hasta llegar hasta el primer piso. El rastro seguía hasta la
puerta de Judith. Un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral. Di unos golpes
en la puerta. Sin respuesta. Entonces el pánico cundió. Derribé la puerta de un
solo golpe. Entré corriendo en el piso y seguí hasta la puerta de su habitación.
Solo había estado en ese sitio una vez. Pero recordaba perfectamente el orden y
la distribución de la casa. El rastro de sangre me ayudó a encontrar su cuerpo.
9:05
Judith permanecía tumbada en el suelo. Su mano estaba agarrada a la
escalera de su litera. Había intentado subir. Mis piernas actuaron solas tirándome
a su lado. Coloqué mis manos en su cuello. El pulso era débil. Pero era pulso. Sus
ojos se entreabrieron. Mis ojos le insuflaron algo de esperanza en sus ojos de
chocolate. Una lágrima resbaló por su mejilla.-Arun- Dijo. Acababa de susurrar
mi nombre. Y justo después se desvaneció. Le volví a tomar el pulso. Seguía débil.
Abrí la mochila y saqué el kit médico y vendé tan bien como pude su herido
abdomen. Con la ayuda de Martin la levanté del suelo y la trasladamos a una cama.
Sus cortos pelos Marrones, se habían vuelto rojos al tocar el charco de sangre.
9:45
Atamos a Judith a una improvisada camilla y la bajamos por las escaleras
con toda la precaución que pudimos tener. Volvimos a bajar a los túneles del
metro. De vez en cuando parábamos, Judith bebía agua y nosotros descansábamos.
11:05
La casa estaba desierta. Joan y Arnau no habían vuelto todavía. Tendimos a
Judith en el suelo y con un material que habían sacado de un hospital días antes,
empezamos a extraer la bala. Judith dormía bajo los efectos de la morfina.
12:30
La herida ya estaba cosida. Joan y Arnau habían encontrado a Anna y a
Marta, otros compañeros de instituto. Estos, miraban con estupefacción el
vendaje empapado en sangre. Segundos después me dirigí hacia la nevera y a dos
metros de ella me desplomé.
12:45 (día después)
Martin me miraba atentamente. Abrí los ojos parpadeando al ver la
intensidad de la luz. Abajo se oía una discusión. –Vamos bella durmiente te
esperamos abajo-dijo Martin.
Decidme que os parece.
Síguela, síguela, síguela yaaaaaa!!! Dios mío!
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