23:40
El cuerpo flotaba en el rio. Se distinguían
con claridad los pies y la cara, pero el cadáver se mantenía escondido en las
negras aguas.
Ocho horas antes:
15:30
El aire espeso de Barcelona me pesaba en los
pulmones, todas las iglesias de la ciudad se quemaban al unísono en un grito de
rebelión. El estado se había abolido y con él todos los cargos públicos: policía,
bomberos, hospitales. Todo se desmoronaba ante el pueblo. Y el todo lo reconstruía
a su manera a cada paso que daba.
La calle por donde pasaba estaba llena de
papeles, esparcidos por el suelo. Y con marcas de botas e zapatos que los habían
pisado antes que yo.
La anarquía reinaba en Barcelona.
Seguí andando a paso rápido. Vi un grupo de
trabajadores de una fábrica fumar y seguirme con la mirada. No les miré, seguí
andando. Hasta llegar a mi portal. Mientras subía los escalones repasé los acontecimientos
del día. Había sido un día duro. De mañana había ido a mi antiguo instituto,
donde había recopilado algunos de los libros sobre filosofía política que podría
usar para intercambiar e conseguir alimentos en el sindicato de mi barrio.
Mis padres me habían dado instrucciones
claras, si no volvían debía de coger el fusil del armario de mis padres y
prepararme por si acaso venían a saquear nuestra casa. Y eso hice. Si en algo
destacaba de mis amigos, era que no sabía jugar a juegos bélicos, pero a
diferencia de ellos conocía la forma de hacerlo en la realidad. Desde muy
pequeño mis padres me habían enseñado a disparar y defenderme solo. Arrastré mis
pies hasta la cocina e hice un inventario de provisiones. Tenía: seis litros de
leche embotellada, un trozo de carne seca, jamón en lonchas, tres potes de
mermelada de frutas y algo de mantequilla. En el armario de mis padres
encontré: un fusil y cuarenta paquetes de munición (en total 200 balas), dos
pistolas (con 40 balas) y una cartuchera. Me equipé con las armas, las cargué
todas y les puse el seguro. Me vestí con mis botas, un mono de trabajo y un
casco de escalada de mi madre.
18:40
Me fui a la sala e improvisé una barricada
con sofás y colchones.
La salté y me dirigí otra vez hacia la
cocina, donde elegí de entre todos los cuchillos, uno de cortar embutido
pequeño, que me puse en la bota y otro más grande que con cinta americana pude
improvisar una bayoneta para mi fusil.
Me aposenté en la sala, donde me había parapetado
y miré el reloj las 18:50. El sol se estaba poniendo. Decidí acostarme un rato,
estaba cansado.
20:25
Tardaron en llegar. Dieron una fuerte patada
en la puerta y la sacaron de sus grilletes. Eran los obreros de mi padre. Que era
el propietario de una fábrica de automóviles. Me venían a buscar para matarme,
como ya habían hecho con el anteriormente. Me enteré de ello puesto que lo gritaban
a los cuatro vientos.
Le saqué el seguro al fusil y les apunté, mis
ojos se acostumbraron rápidamente a la oscuridad más absoluta en unos segundos
y vislumbré entre ellos una cabeza cortada. Era la de mi padre. Una lágrima
resbaló por mi mejilla. Me puse de pie rápidamente descubriendo des de mi
cintura hasta mi cabeza para que vieran quien era y que hacía. Era el hijo del burgués
que acababan de matar, y les disparaba con rabia. La mayoría de ellos no tuvieron
tiempo de cargar sus propios fusiles hasta que vacié las cinco balas de mi cargador.
Habían caído tres de cinco. Los otros
dos saltaron hacia los lados al sentir los últimos disparos. El que parecía ser
el cabecilla del grupo, salió a mi encuentro por el pasillo. Saqué la pistola
de la cartuchera le quité el seguro y le disparé tres disparos. El no tardó en
contestarme disparando su fusil. Me tiré al suelo y oí el sonido de un disparo
sin balas. Ya no le quedaban así que me levanté rápidamente y le disparé otros
tres disparos. Estos impactaron en su cuerpo causándole la muerte instantánea. El
ultimo obrero vivo cargó des de la puerta blandiendo un palo con punta. No sufrió
mejor respuesta que sus camaradas.
23:30
Salí de casa dirigiéndome hacia la casa de mi
mejor amigo pero sin antes esconder mis provisiones en un armario.
Durante el camino me vi reflejado en un
cristal, y no vi al mismo chico mono, con un brillante cabello castaño y sus
catorce años, si no un adolescente con miedo a todo, que se alarmó al oír un
disparo en la lejanía. Ante mí, había un puente. Debía cruzarlo sin ser
demasiado visto, puesto que podrían venir más trabajadores a por mí. Salí
corriendo después de contar hasta tres y empecé a correr. A la mitad del puente,
vi como un obrero me apuntaba des de detrás de un coche, solté el fusil y avancé
hasta donde estaba el. El se retiró de su parapeto y me dijo que me pusiera
contra la valla del puente y con las manos en alto y justo cuando estaba apuntándome
y a punto de disparar, me tiré al suelo, desenfundé la pistola todavía cargada
y disparé. El cadáver cayó por el puente hasta las negras aguas del rio.
23:40
El cuerpo flotaba en el río. Se distinguían
con claridad los pies y la cara, pero el cadáver se mantenía escondido en las
negras aguas.
¿que os ha parecido? comentad por favor
Hola cormack (?)se me hace raro llamarte así, bueno, el primer capitulo me ha gustado mucho, seguiré leyéndote, un beso^^
ResponderEliminarMe ha parecido interesante:D esta muy bien :3 sigue subiendo más
ResponderEliminarUn abrazo desde leyendofusas.blogspot.com
Laura :3
Waow!!! Vale ahore me has enganchado -_- necesito otro capitulo!!
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