15:15
Los cañonazos caían por todas
partes. Sobre mi cabeza pasaban miles de trozos de metralla. La arena me
empezaba a cubrir. Los cañonazos cesaron. Esta vez ya no debería haber más.
Salí del pozo a ayudar a heridos leves. El paisaje era desolador. Martin vino
corriendo con un cigarro encendido en la boca. Saqué de la arena un joven, que
jadeaba. Su camiseta estaba manchada de sangre. La abrí rápidamente, y examine
la herida. No se había infectado todavía. La limpié, y la vendé. Cuando estábamos
a punto de levantarlo y subirlo a la calle, se oyó un cañonazo. El proyectil
cayó junto a mí sin explotar, le arrebaté el cigarro a Martín sin apartar la
mirada del tubo metálico. El humo invadió mis pulmones sin hacerme toser.
-No sabía que fumaras.- Dijo Martín.
-Tranquilo, yo tampoco.
15:30
Mi mirada seguía fijada en el
proyectil, Joan había venido a ver la playa y a ayudar. Los cadáveres estaban
extendidos en frente de la pared. Fui a mi agujero y agarré la manta. Envolví el
explosivo sin accionar el percutor, y lo arrojé al agua. Al tocar fondo explotó
refrescándome. Pero nadie resulto herido.
15:45
Joan de había agenciado algunas granadas, y un
par de cartuchos de dinamita. Una caja de botellas de vodka y un chaleco
antibalas. Marta y Judith estaban sentadas charlando sobre su vida anterior. Joan
empezó a envolver las granadas con cinta americana i un cartucho de dinamita. El
paquete tenía la medida de una pelota de básquet. Anna ayudaba a Joan destapando
las botellas de vodka e insiriendo telas mojadas en el alcohol. Las barcazas se
estaban acercando a la playa a una velocidad extremadamente rápida. Joan acabó
el preparado de los explosivos, y se escondió. Martín empezó a llamar a la
gente y a pedirles que por su salud y la de todos apagase el cigarro y se
sentase en su respectivo pozo.
16:15
La barcaza se encontraba a unos
doce metros de nosotros. Iban en grupos de dos barcas y dentro de cada una
había unos doce soldados. Joan esperó el momento perfecto. Encendió la mecha de
uno de los paquetes y lo lanzó con fuerza sobre la barcaza más lejana. Sin esperar
ni un segundo, encendió el segundo paquete, y lo lanzó a la que estaba más
cerca de nosotros. Al pasar dos segundos después del último lanzamiento levantó
los brazos como di dirigiese una orquesta, y señalo la primera barca, la cual
voló por los aires, y al señalar la segunda embarcación, esta voló en mil pedazos. Joan volvió a su
escondite que compartía con Anna. Nosotros nos acabábamos de cargar dos navíos,
pero mucho más lejos, a unos veinte metros de nosotros había otras dos barcas. Estas
dos, al oír la explosión cambiaron su rumbo y vinieron a nuestro encuentro. Entonces
agarré una de las botellas de vodka que tenía alrededor, y eché un trago,
inserí otra vez el trapo, la encendí y la arrojé. Judith, Anna, Marta y Joan imitaron
exceptuando el primer paso. Y en menos de diez segundos las barcas ardieron.
16:20
Corrí por las rocas, el suelo
parecía abrupto, pero mis pies sorteaban todo tipo de obstáculo con una habilidad
grácil. En la playa habían empezado a desembarcar los primeros soldados. Todos
ellos disparaban a lo primero que encontraban. La playa estaba ya casi sin
defensores cuando como caído del cielo apareció un todoterreno conducido temerariamente
por un civil con una metralleta montada en la ranchera, la ametralladora
escupía balas a toda máquina. Gabriel estaba de pie conduciendo el rumbo de las
balas. Una de las barcas quedó completamente vacía. Entré en ella después de
derribar a un soldado de un culatazo en la cara. La barcaza tenía unos
controles muy simples, subí en ella, y la arranqué. Después de la primera
oleada vendría una segunda, y la playa ya había sido despejada, solo quedaban
algunos reductos en la orilla, que caían
bajo el fuego de Gabriel. Mi transporte era muy rápido, esperaba que su rapidez
y resistencia fueran proporcionales. La iba a necesitar. Todavía tenía una
granada y un cóctel molotov hecho con vodka. Me acerqué al grupo de barcas más
cercano que tenía. Arrojé la granada, esperé a que le artefacto explotara, para
lanzar el coctel molotov a la segunda barca. La última estalló en llamas. Salté
de mi barcaza para subir a la que había sido vaciada por mi granada. Esta, se
encontraba plagada de cadáveres. Con mi fusil le propiné un culatazo a un
soldado que agonizaba. Volví a la playa. El resto de barcas me seguían. Las balas
disparadas por sus soldados pasaban por encima de mi cabeza.
16:45
La radio de mi barca sonó.
-A todas las unidades. Paren el
desembarco. Repito. Paren el desembarco.-
Una lágrima brotó de mi ojo. Resbaló
por mi mejilla y cayó al suelo. Llegué a
la playa. Martín estaba estirado en el suelo, inmóvil, Marta lo agitaba con
fuerza y le golpeaba el pecho. Abandonó todas sus fuerzas y se puso a llorar
junto a su cadáver. Yo nunca pensé que fuesen más que amigos, pero ahora que lo
pensaba ya los había visto en el
instituto ruborizados, despeinados y con
pintalabios en el cuello. Anna estaba hablando con Gabriel y Joan. La playa se
convirtió en un paraíso de sangre metralla y sol.
¿Que os parece? Comentad pls.
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